La obesidad canina es el desorden nutritivo más frecuente en los perros de compañía. Las cifras de animales que sufren este problema va desde el 24 al 40 %.
Lo primero que tenemos que hacer es definir qué es la obesidad canina. La obesidad canina es un exceso de peso de más de 20 % del peso ideal del animal. Suele aparecer en perros cuyo estilo de vida es sedentario. Además, son perros con acceso a alimentos y golosinas con densidad energética elevada para un can. Y es que la causa fundamental de la obesidad canina es la ingesta excesiva de calorías, que se almacenan en forma de grasas. Son diversos los factores que influyen en este problema: la edad del perro, desequilibrios hormonales, la raza, el sexo, el estilo de vida, el régimen alimenticio,…
La obesidad canina puede acarrear graves problemas respiratorios, cardíacos, cutáneos, articulares, óseos, renales,… e incluso una menor resistencia a las infecciones. Además, agrava los problemas de displasia y puede dificultar la actuación de la insulina, con lo que el tratamiento es menos eficaz y las dosis requeridas sean mayores. Como vemos, los problemas que provoca la obesidad en nuestro perro son a tener en cuenta.
Si crees que tu perro posee un ligero sobrepeso o está obeso, es aconsejable que acudas al veterinario para realizarle un chequeo, buscar posibles causas eventuales o patológicas, y ayudarte a tratar a tu perro, estableciendo un régimen y un estilo de vida apropiado para el perro. Cuando el perro alcance su peso ideal, continúa vigilándolo (el peso) y asesórate en la elección del alimento, para que se mantenga en él.
No es fácil que un perro pierda peso (al igual que nos pasa a nosotros). Por lo que no debes impacientarte si los resultados son lentos o costosos.
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